Capítulo 05

El Sorprendente Mundo Mágico

-Kevin, Kevin, levántate por favor.- El muchacho entreabrió los ojos.
-He pedido permiso para que duermas un par de horas más y he hecho casi todas las compras por ti. Pero ahora te tienes que levantar de prisa o no podremos comprar lo que falta y no podrás llegar a tiempo al Expreso de Hogwarts.
-¿Que cosas compraste?- Preguntó con tranquilidad mientras se levantaba.
-Las cosas que necesitarás este curso, entre ellas, libros. Puse todo lo que necesitarás en tu equipaje, luego te daré la carta que el colegio Hogwarts escribió para ti. Te has perdido el desayuno pero yo te he traído un alfajor, café caliente y robé algunas medialunas de la cafetería. Pero no digas nada…
Kevin se terminó de desperezar y soltó una carcajada, luego expresó:-Desde la ausencia de mis padres nunca me habían tratado tan bien.
-Oh, no es nada.
-No caigo todavía, siento que esto es un hermoso sueño.
-Pues tendrás que levantarte por que el Expreso de Hogwarts sale a las 11 y son las diez.
Kevin se sobresaltó un poco. Se terminó de levantar y tomó rápidamente su desayuno. El café estaba listo para tomar, comió apresuradamente y empezó a recordar lo que ocurrió la noche anterior.
-Ahora que lo pienso tu has dormido menos que yo.
-No te preocupes dormiré por la tarde.- Contestó mientras se tapaba la boca para bostezar.
El muchacho le hizo otro gesto de gratitud, esta vez con una leve reverencia. Se fue al baño, se lavó la cara, tenía unas pequeñas marcas que aún no llegaban a ser ojeras, se sacudió el pelo, por que vio un poco de polvo y dijo: -No tendré tiempo de bañarme, supongo me bañaré cuando llegue a Hogwarts. Sólo espero que no viajemos más por polvos flu o voy a terminar como una milanesa.
Patrick soltó una risita. -No te preocupes, no serás el único… ¡Ahora vamos!
Kevin se secó la cara y fue con paso rápido al dormitorio, ahora que tenía los ojos bien abiertos podía mirarlo con mas atención. Era pequeño, pero cómodo, con un placard, un espejo, algo que parecía un escritorio y una ventana que seguramente daba al Callejón Diagon. Abrió la puerta y salió por un largo pasillo, esta vez lo veía con más claridad. Había muchas puertas blancas con numeración y otros pasillos que parecían laberínticos. Patrick le llevaba el equipaje unos metros adelante. Salieron de El Caldero Chorreante que estaba lleno de brujos con túnicas, charlando y lo miraban con cierta curiosidad. A su alrededor había un callejón lleno de tiendas, no tuvo tiempo de reaccionar cuando entró a la primera puerta: La Tienda de Calderos. De allí salía un olor que parecía a podrido, era una mezcla rara, olor a queso, a huevos podridos, a engrudo, a mandarina, luego a algún alimento agrio que no recordaba. Cruzaron unos estantes gigantes con calderos y el adolescente estaba impresionado, se estaba dando cuenta que en los calderos se mezclaban ingredientes, le llamó mucho la atención, tanto que no se fijó por donde caminaba. Al cabo de unos segundos tropezó y cayó al piso.
-¿Te encuentras bien?- Le preguntó una voz desconocida. El adolescente se dio cuenta que era una voz femenina y que estaría haciendo el ridículo allí en el piso. Se levantó rápidamente, pero tan torpemente que se resbaló y se volvió a caer. Nuevamente la chica habló: -Oh, no te preocupes, no se lo diré a nadie.
Kevin se sonrojó y no quería levantarse del piso, sólo miraba las zapatillas de lona que parecían botas pequeñas. -Bonitas botas.
-Oh gracias, en realidad son zapatillas.
-Muy lindas de todos modos, muy lindo color...
-Gracias. A propósito, ¿Te vas a quedar ahí en el piso todo el día?
-Oh no, discúlpame, pero no puedo levantarme, el piso está muy resbaloso.
-Yo te ayudaré.- La chica se agachó para ayudarlo a que se levantara. Kevin extendió la mirada de a poco mientras que con mucha timidez tomaba una mano cálida. Observó un jean negro, un buzo de colores llamativos y un rostro semi redondo, con cabello largo y ondulado, color castaño claro y tenía unos mechones de color rojo. Finalmente la miró a los ojos, estos eran de color miel, debajo de ellos había también unas mejillas algo sonrojadas.
-Tú debes ser Kevin Older.
-Y tú… tú… debes… ser…- La muchacha frunció el ceño, sorprendida.
-Debes ser una chica que conoce mi nombre, pero que yo no conozco el suyo…-
La chica largó una carcajada. -Yo soy Madeline Kandel, pero llámame Mady si quieres.
-De acuerdo Mady. Por cierto, te agradezco que me hayas ayudado…
De pronto apareció Patrick, e hizo una exclamación de sorpresa: -Vaya, vaya, iba a presentarlos, pero se me han adelantado…
-Patrick ha sido mi tutor desde hace un mes, me llevará como a ti al expreso de Hogwarts.- Explicó Mady al mirar el rostro de perplejidad de Kevin, quién no salía de su asombro.
-¿Tu eres una muggle como yo? ¿Como dices? ¿Patrick ha sido tu tutor?
-Si. Es una larga historia que con gusto te contaré en otro momento, pues ahora nos tenemos que ir.
Patrick metió una bolsa en el equipaje de Mady y allí mismo ató un caldero, lo mismo hizo con el equipaje de Kevin. -Ya está todo listo. Marchemos.
Kevin se quedó pensativo, pero no tuvo tiempo para hacer más preguntas porque Patrick había remontado una marcha con Mady bastante apresurada. Atinó a seguirlos callado. Luego tendría tiempo para hacer todas las preguntas que fueran necesarias. Caminaron rápidamente por el Callejón Diagon, hasta el Caldero Chorreante, salieron a la calle llamada Charing Cross y llegaron a una esquina.
-Son las 10:30, llegamos con el tiempo justo.- Dijo en voz alta Patrick y demostrando cierto alivio y apuro a la vez.
Allí, desde lejos se acercó un colectivo muy pequeño que al instante frenó silenciosamente. Se subieron todos a lo que parecía una gran trafic, al joven Kevin le costó subir el equipaje pero lo logró, sentados lo observaban varios adolescentes y algunos adultos. Caminó hasta atrás de todo, donde estaba su tutor se sentó a la izquierda de Patrick. Apoyó la cabeza en la ventanilla, la luz cálida del sol le acariciaba la cara, recordaba que había dormido poco y en un instante cerró los ojos.
Un sacudón lo despertó, agarró su equipaje, caminó velozmente siguiendo a Patrick y se bajó del pequeño colectivo. Estaban en una estación de trenes, llamada King Cross. Empezó a caminar por los andenes numerados, tratando de no perderle pisada a Patrick. Caminó casi corriendo hasta que llegó al Anden 9 y vio a varias personas allí. Patrick se acercó a Kevin: -Tienes que cruzar por esa barrera.- Le dijo al oído señalando una barrera sólida entre los andenes 9 y 10. -No te hará daño, es invisible para los muggles y no te golpearás.- Kevin le puso una mirada incrédulo, Patrick metió la mano en el bolsillo sacó un pequeño sobre y se lo dio. -Léelo en el tren, por que ahora no hay tiempo. Ya nos veremos pronto.- Kevin asintió y Patrick le señaló a dos chicos que se acercaban a la pared barrera. -Mira, sigue a esos dos chicos que también son de Argentina como ustedes.- Dijo casi en voz alta.
Kevin hizo caso omiso y agarró su equipaje. A un costado apareció Mady, que le siguió el paso. Vio muy sorprendido como dos chicos cruzaban la barrera entre dos andenes como si esta no existiera y empezó a sentir mucho miedo. Detuvo la marcha y se dio vuelta mirando a Patrick. -¡Gracias por todo amigo!- Le gritó.
Patrick le asintió con la cabeza, mientras que a su lado Mady le tocaba el hombro asustándolo. -¿Tienes miedo de entrar?- Le preguntó enseguida.
-Si.
-Yo también.- Lo pensó un segundo y le sugirió: -Toma mi mano.
Kevin se ruborizó un poco, agarró su equipaje con la mano izquierda y le dio su mano derecha a Mady enfrentando la pared de ladrillos.
-A la cuenta de tres. ¡1…2….3!- Contó Kevin mirándola seriamente a los ojos. Mady titubeó unos instantes pero en un fuerte impulso agarró su equipaje y empezó a correr. Kevin traspasó la barrera, después Mady y a una velocidad tan grande que se chocó con Kevin y casi se caen los dos. Había una gran locomotora de color escarlata y muy humeante, varios vagones se podían destacar.
-Mira.- Le dijo Mady haciéndole doblar la cabeza.
Miró hacia un cartel que decía: Anden nueve y tres cuartos y otro gran cartel de hierro que decía: Hogwarts Express con un gran escudo raro que no pudo detenerse a analizar por que se escuchó el agudo sonar que anunciaba la salida de la locomotora. Sin perder un instante se metió con Mady en el primer vagón que vio siguiendo los pasos de dos chicos que se terminaban de subir. Lograron subirse con los equipajes y jadeando cerraron la puerta del vagón.

(Fin del Capítulo 5)

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