La Mansión de los Éranson
Kevin se arremangó la remera manga larga y comenzó a mirar el reloj que marcaba las 23:50. Patrick miró de lejos la hora y rezongó: -¡Mira la hora que es! Nos tenemos que ir ya mismo o llegaremos para cuando amanezca.- Sacó un frasco pequeño del bolsillo, luego su varita y lo tocó con la punta. Este frasco se agrandó hasta parecer una pequeña maceta, dentro había un polvo de color verde.- Bueno comencemos, haz todo lo que yo haga a partir de ahora y préstame mucha atención.- Agitó la varita a la chimenea y empezó a originarse fuego. Para mantenerlo fue corriendo hasta la mesa y arrancó muchas ramas secas de la planta que se hallaba en la maceta. También se puso muchas en el bolsillo. Agarró un pequeño puñado de polvo como si fuera arena y lo arrojó a la chimenea, el fuego se tiñó de un color verde y se oyó un estruendo ensordecedor. Las llamas eran el doble de altas. Kevin abrió los ojos y se llevó una mano a la boca abierta. -No te preocupes, no quema. Tienes que decir bien el destino al que vas.- Agarró varios puñados de polvo y se los dio a Kevin. -Ten, póntelos en el bolsillo.- Hizo caso omiso, con los ojos abiertos, Patrick se metió a las llamas que ya eran verde esmeralda y gritó con fuerza. -¡Casa De Miguel Ángel!- El fuego lo cubrió y desapareció.
Kevin se estremeció de la sorpresa pero reaccionó dándose una cachetada. Se armó en valentía, tomó su equipaje, agarró un puñado de lo que parecía arena y lo arrojó al fuego. Sin dudarlo más se acercó al fuego verde que lo sobrepasaba, pero por una extraña razón éste no le quemaba. -¡Casa de Miguel Ángel!- Gritó con la boca llena de cenizas. Desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Le pareció que lo succionaban por un agujero gigante y que estaba girando a gran velocidad... El bramido era ensordecedor... cerró los ojos por que las vueltas que estaba dando lo mareaban. Se agarró muy fuerte de su equipaje y en un momento pensó que nunca más lo volvería a ver…. De repente calló de rodillas y el equipaje calló detrás de el aplastándole la espalda y dejándolo casi sin aire. Alcanzó a abrir los ojos.
-No me digas que no ha sido divertido.- Espetó Patrick.
Apenas podía respirar así que no le contestó, pero se le había ocurrido una contestación grosera. Escuchó un ladrido y vio un perro bastante grande moviendo la cola de un lado a otro.
-¡Territer! Viejo amigo. -Exclamó Patrick mientras se acercaba a la bestia perruna. El perro se lanzó, era tan alto como Patrick, un perro muy grande, pero por lo visto bueno, le lamía las manos y se acercaba como si quisiera jugar.
-¡Territer! ¡Deja en paz a esa gente!- Gritó un señor de estatura baja, calvo y en un raro pijama, que parecía, una pollera, pero era una túnica. El perro se alejó todavía moviendo la cola y el viejo hizo un gesto de saludo.
-¡Miguel Ángel! Amigo mío, no tenemos mucho tiempo. Pero me alegra mucho verte bien.
El viejo no contestó, sólo los saludó con una sonrisa y volvió a lo que parecía ser su habitación. El lugar era pequeño, sin embargo allí había dos chimeneas. Patrick se acercó a la segunda, otra vez encendió fuego con su varita, lanzó polvos flu, se fue otra vez a las llamas y gritó: -¡Casa de Doña Marisol!
Kevin sin más remedio se metió una mano en el bolsillo y tiró un puñado de polvo a la chimenea que se volvió a encender. -¡Casa de Doña Marisol!- Esta vez fue como si un remolino lo tragara y sentía un frió intenso en la cara. Parecía que se iba a congelar pero trató de no perder la concentración. Apenas se terminó el color negro saltó con el equipaje. Aterrizó con un gracioso salto y miró a su alrededor. Una casa enorme, oscura, con dos chimeneas. Se oía un murmullo…
-Malditos magos, se piensan que uno va a estar siempre para servirles…
-¡Buenas noches Doña Marisol!- Saludó Patrick con voz fuerte y clara.
-¿Que tienen de buenas cuando dos mugrosos vienen a molestarte…?- Susurró la anciana en voz baja.
Patrick se dio cuenta y en un rápido movimiento se lo tragaron las llamas otra vez. -¡La cueva de Yimy!
Kevin pensó que en esa casa no era bien venido, agarró otro puñado, lo lanzó y también se lanzó a las llamas a toda velocidad. -¡La cueva de Yimy!- Sintió otro gran giro, observaba lo que parecían chimeneas tapadas, un gran oscuro, sentía que estaba metiéndose en la boca de un lobo. Cada vez más caliente, más terrorífica. Empezó a desear que pronto se terminara el viaje y pudiera dormir tranquilo. Cayó en un lugar totalmente oscuro, no se veía absolutamente nada, oyó un grito que le heló la sangre. Al gritar él se había dado cuenta que se tropezó con Patrick. Este lo tomó del brazo.
- No te muevas.- Patrick sacó su varita y está se iluminó como una gran linterna.
- Me haría falta una linterna de esas…
- ¡Es mi varita! Es un truco de magia para hacer luz.
- Tengo mucho miedo, necesito una linterna o una varita o lo que sea…
De pronto se oyó el aullido de un lobo, tan agudo como resonador y estridente.
A Kevin se le volvió a helar la sangre.
- De… de… de.. acu acuu uerdo.- Tartamudeó Patrick, se metió la mano en el bolsillo y sacó una varita corta que Kevin ya había visto antes.
-¿Por que no me prestas la tuya?
-Por que esta varita no es compatible conmigo y no quiero andar solo sin varita.- Agarró la varita corta y se la colocó en la mano
-Te voy a enseñar a hacer luz con la varita. Si es compatible contigo, no tendrás problemas en hacer algunos trucos simples.- Le empezó a enseñar los movimientos de la muñeca que Kevin imitaba con mucha atención
-Ahora repite conmigo, Lumus.
-Lumus.- Una chispa roja salió de la varita, Kevin se asustó un poco.
-¡Así no! Tiene que ser un movimiento delicado. Inténtalo de nuevo.
-Lumus- Una luz débil salió de la varita pero se apagó rápidamente.
-Eso es, otra vez. ¡Con más decisión!
-Lumus- Esta vez salió una luz un poco más grande que iluminó como una linterna.
-Muy bien, tu primer hechizo ¡Felicitaciones!- Patrick le dio un apretón de manos.
-¡Aprendes rápido muchacho! ¡Y la varita te hace caso! ¡Que maravilla!
-Gracias.
-Bien continuemos, sólo nos queda una chimenea, que por el momento no conozco, puedes conservar la varita por el momento.- Hizo fuego en lo que parecía un refugio muy grande, pero era un tipo de chimenea. Tiró un puñado de polvos y gritó con sorna: -¡Mansión de los Eranson!
Kevin en un vivaz impulso se dio cuenta de que el equipaje se movía solo. En efecto había agarrado una bajada. Salió corriendo unos metros, agarró el equipaje con piel de gallina pero se le resbaló de las manos. El corazón le latía cada vez más rápido y el equipaje se alejaba. Se acercó con todas sus fuerzas, agarró el equipaje y volvió a correr como un rayo hacia el fuego. Tiró un puñado de polvos y corriendo con el equipaje se tiró al fuego gritando con ganas. -¡Mansión de los Eranson!- Aterrizó silenciosamente, luego de tantas veces de caer ya estaba aprendiendo a aterrizar sin golpearse. Sintió un silencio de muerte, un gran escalofrió, una gran inquietud, tenía un mal presentimiento: sentía que las cosas recién empezaban…
A unos metros de él se oyeron unos gritos desgarradores y desesperados. Oyó un siseo, se dio vuelta instintivamente con la varita en la mano y vio la cosa más terrorífica de toda la noche: Una serpiente gigante estaba enrollando a Patrick amenazando con dar su primer mordisco. Kevin empezó a respirar con taquicardia y su agitación empeoraba a cada momento. -Re..rr…re..du..du..cii cii oo.. re.. re du du du ci cioo- ¡Socorro!- Gritó con desesperación Patrick.
Estaban en una biblioteca, seguramente de la familia Eranson, pero eso ya no importaba, la persona que más quería en ese momento estaba a punto de ser devorado por una serpiente gigante. Sin pensarlo agarró un libro y se lo arrojó en la cabeza a la serpiente gritando:
-¡Ven aquí cobarde lombriz!
Mirándolo fijamente y escupiendo salvajemente saliva como si estuviera a punto de sufrir un ataque de rabia, la serpiente se enfureció, arrojó a Patrick contra una estantería de libros y se dirigió rápidamente hacia Kevin.
-¡Ven por mí gusano!- Expresó Kevin mirando muy fijamente a los ojos de la serpiente. Estaba dispuesto a morir mirándola a los ojos, no le importaba sin un milagro lo salvaba, sólo recordaba que era más digno morir luchando con valor que morir acobardado. Así lo había leído en su última historia de superhéroes y desde ese momento así lo había soñado. La serpiente era la muerte y su peor bocado sería un bocado de vida… La serpiente en un gran impulsó se arrojó hacia Kevin. -¡Muerto o vivo siempre leeré libros!- Susurró para si el muchacho. Se sintió mareado y la vista se le nubló. Un gran estallido se extendió por toda la habitación, una gran ráfaga de aire se originó desde la nada y barrió todos los libros que estaban en las estanterías, limpiándolas por completo. En un gran estallido las estanterías se desprendieron de la pared y fueron a parar a la cabeza de la serpiente una atrás de otra. La serpiente fue perdiendo fuerza y se dejó caer, al mismo tiempo que las estanterías rebotaban golpeándolas como si un ser gigante e invisible las manejara. Kevin no salía de su asombro, sintió unas terribles ganas de llorar pero se contuvo. La serpiente atontada se volvió a levantar.
-¡Reducio!- Un gran destello de luz blanca fue a la serpiente y chocó cubriéndola, de a poco iba perdiendo el tamaño. Kevin miró a un lado, Patrick se había recuperado y atacó a la enroscada criatura: -¡Conjuntivitis! ¡Desmaius!- La serpiente cayó derrotada, ya en un tamaño mucho menor, con los ojos desorbitados y con la lengua afuera. -Al parecer el viejo brujo Eranson no vive más aquí. Seguramente algún gracioso a agrandado a la serpiente con el hechizo Engorgio y se ha olvidado de devolverla a su tamaño normal….- Murmuró Patrick a media voz y limpiándose el sudor de la frente.
-Bueno, tú la has vuelto a su tamaño normal.- Afirmó con una gran sonrisa el joven.
-Si pero hay un detalle, me atemorizan las serpientes.
-¿Cómo, si recién has vencido a una?- Bromeó Kevin guiñándole y riendo orgulloso.
-Gracias a tu ayuda y al libro que le arrojaste.- Patrick se agachó y agarró un libro
-Ya que el viejo Eranson no vive más aquí y su familia, al parecer se ha ido a vivir a otro lado, no se molestarán si te regalo este libro.- Se lo acercó a las manos de Kevin y se lo dio con una pequeña risa de satisfacción.
-Animales fantásticos y dónde encontrarlos - Newt Scamander.- Leyó Kevin en la tapa como si recitara un poema.
(Fin del Capítulo 3)
http://rapidshare.com/files/264966273/003_-_La_Mansi_n_de_los__ranson_-_07-08-2009.rar.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario