Capítulo 08

La Protección De Los Potter´s

-Sus equipajes serán llevados hacia el castillo y los encontrarán cuando lleguen en la sala común que les corresponde.- Anunció Alice Spencer a los muchachos que miraban muy atentamente. Los 4 muchachos que no llevaban las túnicas negras se resignaron a buscarlas y a quedarse así, diferenciados del resto. Salieron de mala gana del tren como si ya nada les importara.
Sintieron a toda la muchedumbre pero no querían levantar la cabeza para mirar, sólo seguirían a los tutores y esperarían con ansias a que se termine aquel día. Ya no podrían ponerse sus túnicas negras como el resto de las muchachos.
Todo el mundo siguió a los 3 tutores por un estrecho sendero, estaba muy oscuro y Kevin hubiera querido tener su varita mágica para hacer luz. Recordaba el incidente con la serpiente gigante, el callejón Diagon y a Patrick. Como le hubiera gustado que estuviera allí, tenía ganas de hablar con el. Al menos quería hablar con sus abuelos, con alguien para que tanta oscuridad no se tornara tan melancólica.
Algunos resbalaban y se agarraban de los árboles tupidos que había a ambos lados del camino. El sendero se abrió súbitamente al borde de un lago negro. Al otro lado, en la punta de una alta montaña, con sus ventanas brillando bajo un cielo de nubes rozadas y amenazantes, había un impresionante castillo con torres y torrecillas.
-Cuatro por bote.- Ordenaron los tutores en voz alta.
Empezaron a subir a 5 botes por el lago que estaba revuelto por el intenso y brusco viento que rondaba. Sorpresivamente un rayo pasó cerca de los botes y todo el mundo se estremeció pues casi los alcanza, no se sabía bien de que lado había venido el rayo, pero se atemorizaron. La tormenta no dio aviso y comenzó. De un momento a otro llovía a cántaros. Se estaban mojando demasiado y temían que sus botes se hundieran por la cantidad de agua que entraba.
Todos agacharon la cabeza y pasaron a través de una cortina de hiedra que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Fueron por un túnel oscuro, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros. Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta de roble.
El lugar era lo más impresionante que jamás hubieran visto. Sin proponérselo habían entrado a una gran sala, llena de armaduras, de candelabros que tenían unas llamas muy potentes.
Observaron que Cecile Veretreux y Rodoph Kirsakof le dieron a Alice Spencer una gran bolsa que pronto abrió y empezó a repartir entre los estudiantes. Con ojos atentos les ordenó: -Pónganselos, están hechizados para traducir el inglés y otros idiomas a sus respectivos idiomas.- Un poco sorprendidos se pusieron los auriculares haciendo gestos de sorpresa y hasta de incredulidad.
Alice metió otra vez la mano en la bolsa, sacó un gran frasco con pastillas de color violeta y repartió una a cada uno.
-Estas pastillas harán que hablen inglés, su efecto es de 24 horas, todos los días a las 9 de la noche tendrán que tomarse esta pastilla para poder seguir hablando inglés sin dificultad alguna. ¿Preguntas?
Kevin se acercó a Alice: -¿Por que tus labios dicen una cosa y mis oídos escuchan otra?
Alice sonrió. -De eso se trata, el auricular traduce lo que escuchas para que puedas entenderlo. No hay excepción de idiomas.
-Pero en el tren…
-Si, hablé en castellano pero, como verás, también se ingles- Interrumpió.
Kevin se acercó aun más y le dijo en el oído: -¿El profeta y el quisquilloso no estaban en inglés acaso? - Interrogó confundido.
-Si, pero los traduje con un hechizo de mi varita para poder leerlos.
Kevin empezó a unir cabos sueltos. Sin más preguntas que hacer se llevó la pastilla a la boca, contento de que Alice le contestara sus preguntas con el mejor de los tratos y a pesar de que no llevaba su túnica negra. Los demás lo miraban burlones a él y a los otros 3 que no tenían puestas sus túnicas. Cada mirada era una burla y una mala impresión.
Abrieron la puerta alta y encontraron lo peor: muchas miradas iban dirigidas hacia ellos, era un gran comedor, con cuatro mesas gigantescas, en donde estaban sentados muchos adolescentes, de seguro magos. Los 4 muchachos atinaron a mirar al piso. Al fondo había una mesa gigantesca. Al lado de la puerta alta había una pequeña mesa vacía que se entendió pronto que era para los 16 chicos. Los tutores pegaron media vuelta y se fueron del gran comedor. Ninguno tuvo tiempo de reaccionar, pero no querían que sus tutores se vayan así de rápido. Una mujer grande, de piel blanca, nariz puntiaguda y mirada severa se puso en lo que parecía un gran atril y comenzó a hablar.
-Demos la bienvenida a nuestros 16 estudiantes.
Hubo un gran silencio mientras los chicos se acomodaban en las mesas. Kevin, Mady, Raper y Maxi habían decidido sentarse de espaldas al público. Pero pronto se acercó un viejo desconocido, con arrugas, con pelo largo, vestido con ropa oscura y los hizo pararse y reubicarse en frente del público. Al lado estaba una gata con algunas canas en su pelaje y una sonrisa maliciosa. -Vaya vaya… no nos conocemos bien… Me pueden llamar Argus Filch…- Murmuró el viejo.
Los 4 muchachos se miraron entre si, dedicándole miradas de odio al viejo que ya se iba. La directora observó el episodio y continuó.
-Como verán hay 4 mesas con distintos estudiantes en cada una. En esta escuela hay 4 casas: la casa Gryffindor, señalando una mesa, Ravenclaw, Slytherin y Hufflepuff. Estos chicos fueron elegidos por el sombrero seleccionador que los ubicó en sus respectivas casas.
Los muggles los observaban con la mirada perdida, como si estuvieran escuchando un discurso aburrido y que por cierto no entendían.
-Ustedes, en cambio no pasarán por la ceremonia de selección, sino que compartirán una sala común. La “Sala Muggle” que hicimos antes de que vinieran. Bien, ya habrá tiempo para explicaciones.- Se aclaró la voz
-…y como decía nuestro querido Albus Dumbledore que siempre estará en la memoria de todos nosotros, dos palabras: A Comer.
Pronto de las mesas aparecieron de la nada fuentes de ensaladas, pollo, carnes de todo tipo, jarras con bebidas. Los muchachos miraron impresionados y agarraron los cubiertos. El salón era inmenso, el techo tenía una imagen muy grande del espacio sideral y se veía muy claramente. Los 16 adolescentes no paraban de asombrarse y cada nueva cosa que veían los impresionaba.
Al terminar de comer mágicamente la comida de los platos y las fuentes desaparecieron y en su lugar apareció un gran número de flanes, budines de todo tipo y otros postres que nadie se hubiera imaginado. También observaban impresionados como flotaban en el aire fantasmas de todo tipo. El tipo de creencia que tenían estos muggles iba cambiando a medida que se metían en el mundo mágico.
-Bien, quiero comentarles una mala noticia de último momento. La sala de clases del primer piso a sido destinada para construir la sala común de “Los muggles”.
Dirigiéndose a las 4 mesas gigantescas. Se escucharon abucheos, silbidos, gestos de protesta con las manos. Todo el mundo se levantó de muy mal humor y se fueron muy rápidamente. La directora hizo un esfuerzo en vano para que volvieran a sus mesas. Parecía comprender que la noticia no les agrado para nada.
Un chico de pelo rubio, que vestía una túnica de color oscuro con unas rayas marrón clarito se acercó hasta la mesa de los muggles que no sabían para donde ir.
-Yo soy de Hufflepuff, lamentablemente nosotros tendremos que cuidar de ustedes cuando no lo puedan hacer sus tutores. Síganme.- Concluyó con voz seca.
Se levantaron sin emitir palabra y siguieron al chico que pasó por entre la puerta alta que habían tomado antes para entrar al comedor. Vieron nuevamente la sala de armaduras y un fantasma de aspecto horrible se acercó a ellos amenazante. Todo el mundo dio un grito de terror mientras el chico de Hufflepuff gritaba:
-Es sólo otro fantasma, no les hará daño.- Nadie parecía oírlo pues los muchachos se agitaban cada vez más. El fantasma iba de aquí para allá dando perversas miradas. - ¡Basta Peves! ¡Fuera! ¡Vete!
El fantasma con una gran carcajada desapareció por entre las paredes. Retomaron el camino hacia las escaleras de mármol. El chico de Hufflepuff se adelantó a paso rápido mientras los otros los seguían casi perdiéndolo de vista. Comenzaron a subir las escaleras de mármol. Los 4 muggles sin túnicas estaban atrás de todo. Kevin quiso pisar el primer escalón pero se tropezó y calló. Detrás de él se escuchó:
-Vaya vaya, un indefenso muggle sin varita.
Una carcajada detrás de él lo hizo dar vuelta. Su rostro era perverso, su cabello rubio, sus ojos celestes y llevaba una túnica de color negra y rayas verdes.
-¿Y tu quien eres? - Preguntó Kevin queriendo sacarse el miedo.
-Scorpius Malfoy y quizás sea el último nombre que escuches en tu vida.- Finalizó con una penetrante mirada de desprecio. Lo estaba apuntando con la varita. -¿Que tan valiente es un muggle sin si quiera una varita?
-Más que tu seguro.- Respondió Kevin empezando a enojarse, pero se contenía pues estaba desarmado.
Mady bajó unos escalones y observó el episodio. -¿Y esa quien es?.¿Tu novia?- La Muchacha se ruborizó, pero Kevin seguía teniendo una mirada de alerta.
-No te importa quién es ella ni quien soy yo y ahora te puedes ir tu y tu varita a la…
Scorpius enfureció y de su varita salieron chispas rojas. -¡No sabes a quién te estás enfrentando Kevin Older!
Mady se sorprendió e interrogó: -¿Cómo sabes su nombre?
-Ha estado corriendo el rumor de que este cobarde ha ayudado a uno de los torpes tutores de ustedes a vencer a una serpiente gigante.
Kevin dio un paso adelante enfurecido y estaba dispuesto a golpearlo. Mady lo tomó de los brazos y le dijo:-¡No! No vale la pena.
La mirada de desprecio y odio de Scorpius aumentaba a cada segundo. -Que divertido tengo a una parejita de muggles para divertirme esta noche.
Mady abrió los ojos y le lanzó una mirada de intenso odio.
Scorpius dio un paso adelante: -Si fuiste tan valiente para vencer a una serpiente… serás capaz de vencer a otra sin varita…- Agitó su varita y pronunció: -Serpensortia.- De la varita salió un haz de luz verde y la forma de una serpiente. En un instante se formó la serpiente y cobró vida. Era una cobra, su lengua siseaba aguda y resonaba en la gran sala. -Engorgio- Pronunció en voz baja y malévola. La serpiente iba tomando más y más tamaño. Los latidos del corazón de Kevin se aceleraban a cada segundo.
Un gran grito en la sala sorprendió a todos: -¡Expeliarmus!
La varita voló por los aires y Scorpius fue lanzado a unos metros de altura y calló al piso. Se escuchó otro grito: -Finite incantatem- La serpiente desapareció. El chico era alto, tenía el pelo oscuro, unos ojos marrones, un rostro bastante familiar para Kevin, pero no sabía de donde lo había visto.
-¿Se encuentran bien?- Preguntó rápidamente.
-¿Y tu Scorpius quieres seguir jugando con la varita?- Agregaron dos voces desconocidas.
Scorpius se agachó para agarrar su varita y le apuntó al chico.
Detrás del chico apareció una niña pelirroja de ojos verdes y otro chico que parecía ser su hermano.
Scorpius carraspeó: -No Potter, lo dejaremos para otra ocasión, cuando tengas la valentía de enfrentarme tu solo. Hasta la vista ¡Sangre sucia!
James le apuntó gritando: -Furnúnculus.
El hechizo pasó cerca de Scorpius que se alejó rápidamente y con algunas risas malvadas.
-No le hagan caso, es sólo un payaso.- Agregó el chico que estaba atrás de la pelirroja.
Mady se quedó perpleja mirándolo y atinó a preguntar: -¿Ustedes son los hijos de Harry Potter?
-Si asi es, dijo la chica. Yo Soy Lilly y ellos son Albus y James.
Kevin intercambió miradas de asombro con Mady.
Mady contestó complacida: -Pues encantada. Yo soy Mady y el Kevin.
Se saludaron dándose la mano.
-Ya nos tenemos que ir, pero si necesitan ayuda no duden en llamarnos, sobre todo si se trata de darle una lección a Scorpius- Concluyó James con humor.
Se despidieron y comenzaron a subir las escaleras de mármol. Luego de una pequeño trote a toda prisa alcanzaron al resto del grupo que estaba dispuesto en frente de una puerta grande con un cuadro al lado. Allí había un hombre con armadura, una espada y en un caballo tordo. Para sorpresa de los muggles ambos se movían de un lugar a otro y gritaba:
- ¡Peleen villanos! ¡Ya me las pagarán malandrines!- Amenazaba agitando su espada, era tan larga que al dar un movimiento se resbaló y calló de bruces al piso. El caballo permanecía inmóvil. Hubo un par de risitas. -¿Se burlan de mí? ¡Desenvainad, be­llacos! ¡En guardia!
-No nos burlamos de ti. Solo queremos entrar a la sala común Muggle- Dijo el muchacho de Hufflepuff, que, por como lo decía, parecía haberlo repetido varias veces y perdido la pasciencia.
-¿Ah si? Bien. Pues para eso tendrán que decirme la contraseña.
-Luchad hasta morid.- Dijo en voz clara el muchacho.
El caballero se subió al caballo y asintió. La puerta se abrió automáticamente y pudieron ver lo que parecía una sala iluminada.
Ya pueden entrar. Mi nombre es Billy MC Jefferson si necesitan algo avísenme. Adiós.- Y desapareció rápidamente como si le desagradara estar allí. No pudieron seguir pensando en su partida pues el caballero les volvió a hablar:
-Escuchad camaradas, yo cuidaré de ustedes para que nadie entre aquí sin saber la contraseña.-Todos asintieron en gesto de entendimiento. Acomodando su espada al hombro continuó: -Todos los días cambio la contraseña y la pueden ver detrás de mi cuadro. La deben anotar pues se pueden quedar afuera si no me dicen la contraseña correcta.- Dio un rápido salto para que el caballo se moviera pero no hacía nada, sólo algunos gruñidos. -¡Pelead hasta Morid! ¡No se deis por vencidos! ¡Mostrad su valentía y lealtad hacia la justicia!- Agitó al caballo que lanzó un chillido y comenzó a galopar por los alrededores del cuadro.
La mayoría retenía la risa pues no quería faltarle el respeto, pero su comportamiento les parecía muy gracioso.
Entraron a la sala. Allí había unos sillones, una gran chimenea y algunos muebles apilados. Se notaba que la sala había sido acondicionada a último momento pero no parecía molestarlos. En el final de la sala había dos carpas, una de color Azul y la otra de color Naranja. Algunas personas entraron a investigar a las pequeñas carpas y lanzaron gritos de excitación: -¡Esta carpa es mucho más grande por dentro! ¡Miren!
Asi lo comprobaron, la carpa por fuera era pequeña, solo podrían entrar un par de personas, pero por dentro era mucho más grande.
-¡Que maravillosa que es la magia!: Gritó un chico que no conocían. Tenía el pelo corto, era bastante alto y lo caracterizaba sus llamativos lentes.
Kevin entró a la carpa, esta tenía por dentro una pequeña sala de estar con 8 sillas y mesas, y al fondo estaba en una puerta grande el baño y al costado dos dormitorios. Recorrieron toda la carpa, luego salieron hacia la sala común y observaron en la pared un gran rectángulo dibujado y con letras amarillas y claras decía:
Espacio del Caballero Real
Aquí dejaré la contraseña
Recuerden que las contraseñas son como la ropa interior: no debes dejarla donde otros puedan verla, no debes prestársela a nadie y no debes perderla.
Contraseña de hoy:
“Luchad Hasta Morid”
Volvieron a entrar a la carpa, allí en la entrada estaban las valijas una al lado de la otra. Kevin tomó su valija junto con Raper y Maxi y se metieron rápidamente en una de las habitaciones. No tenían ánimo de saludar al resto de los integrantes y estaban muy cansados. Había dos camas cuchetas, un gran armario y dos escritorios con sillas. Maxi acomodó su carpeta en la cama. Le gustaba dormir en la parte de arriba. Kevin se acomodó en la parte de abajo y se acostó unos instantes.
Luego de cepillarse los dientes dio un gran vistazo al baño. Parecía lo que los muggles llamaban “vestuarios” y se hallaban en los clubes. Había 6 duchas, una gran tabla para sentarse y 8 casilleros con los nombres de los 8 muggles. Entre ellos estaba el de Kevin. Regresó a la habitación y observó que un chico desconocido estaba en la parte de arriba de la cama de al lado. Llevaba puesto unos lentes raros. Tenía el pelo corto, color negro y los ojos amarronados. Su aspecto lo hacía parecer inteligente. Le preguntó con cierta curiosidad: -¿Quien eres tu?
-Yo soy Sergio Aramburu y si no les molesta compartiré el dormitorio con ustedes.
-Para nada. Bienvenido entonces.- Kevin le dio la mano en un gesto de amistad. Luego se acercó al equipaje y comenzó a ver que había dentro. Allí encontró un pijama y el pequeño cubo que le quitó todos los ánimos. Se puso el pijama y se acostó observándolo. Se preguntaba que estarían pensando los padres de el, los extrañaba mucho, también extrañaba a sus abuelos y a Patrick. En un brusco movimiento se fue hasta el equipaje, revisó en el pantalón que tenía puesto antes y sacó un pequeño sobre y los dos cromos que le habían venido en las ranas de chocolate. Los miró fijamente y ya no se encontraban las imágenes de Albus Dumbledore y de Severus Snape. -¿¡Que ha pasado con los dibujos de mis cromos!?- Preguntó con gesto de desesperación.
Raper se asustó y le contestó rápidamente: -Mady me ha contado que los personajes desaparecen por momentos y vuelven a aparecer… Son cromos mágicos.
Kevin hizo un gran gesto de asombro. Dio una mirada hacia Sergio y le preguntó:
-¿De que país eres?
-De España. ¿Y ustedes?
-De Argentina.
Sergio se acercó a su equipaje y sacó un pequeño cubo, igual al que tenía Kevin. Hizo un gesto de dolor y de sus ojos salían algunas lágrimas.
-Lo siento.- Dijo Kevin y palmeándole el hombro.
-No te preocupes. No eres el único que la ha pasado mal por culpa de esa porquería.- Sentenció Raper.
Movió la cabeza con bronca -No ¿Verdad?.¿Te molestaría contarme que daños te ha causado a ti?
-No, para nada.- Kevin se puso a contarle la historia y las consecuencias de tener una parte del cubo. Luego contaron su historia Raper y Maxi.
- ¿Y tú, como ha sido?
Sergio, ya mas aliviado asintió y se decidió a contarles. -El cubo ha hecho que de mi pelo salgan rayos de electricidad. Y uno de esos rayos ha matado a mi mejor amigo.
Hubo un gran silencio. Lo compadecieron y se acostaron todos apagando la luz.
Sergio continuó: - ¿Vieron el rayo que hubo en el medio del lago esta noche? Lo hice yo por que me puse nervioso y no quería subirme al bote por que me parecía inseguro, pero me obligaron y casi los electrocuto.
Kevin intercambió miradas de asombro en la oscuridad con los otros dos. Continuaron charlando un largo rato hasta que el sueño los fue callando y cerraron los ojos.

(Fin del Capítulo 8)

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